Pablo Colunga tiene cuarenta y un años y solo sabe boxear. Agobiado por las deudas, este boxeador decide participar en una nueva pelea para terminar
de pagar la hipoteca de su casa.
Sabe que el riesgo es enorme pues ya no tiene la energía de antes, pero su esposa y sus dos hijas solo cuentan con él.
“Una historia que te hace entrar al ring de la vida y que te clava una derecha directa al corazón”.